martes, 31 de mayo de 2016

La Carreta encantada

La Carreta encantadaSegún contaban algunos ferreñafanos, a media noche y hace muchos años salía una carreta del cementerio y otros que salía de la pampa cercana al molino de Señor Salcedo, en la que no se ha llegado a determinar es a quién o quienes jalaban la carreta; algunos decían que era un caballo de color plomizo, otros que era una mula la que jalaba la carreta, otros lo que los vieron es que sobre el animal iba un jinete vestido de blanco y con varios, ocupantes llevando ramos de flores. Este recorrido lo hacía por la calle Juana Bulnes de Castro, llegando a la calle Tres Marías y en esta esquina descansaba unos minutos, para luego continuar por la calle Real, ingresando nuevamente por la calle Juana Bulnes de Castro donde desaparecían.

Y hay personas que vieron que ingresaba al parque para luego dirigirse a la Iglesia donde bajaban los raros ocupantes para entrar al Templo y elevar sus plegarias al Salvador, para luego dar una vuelta al Parque y dirigirse a su lugar de origen y desaparecer misteriosamente. Según contaban que el objetivo de la salida de esta carreta era para conseguir almas con las cuales obtenían su salvación en otro mundo; es decir eran difuntos que venían a llevarse a todo aquel que se le cruzase en el camino.

virgen de tucume

La Aparición de la Virgen Purísima Concepción de Túcume

Cuenta la leyenda que hace muchos años el pueblo de Túcume no existía donde está ubicado en la actualidad. 

En el lugar donde conocemos como Túcume viejo, fundado en la colonia, se originó esta historia: 

La Aparición de la Virgen Purísima Concepción de TúcumeEn el cerro Cueto, dos hermanitos pastoreaban siempre a sus ovejas. Cierto día se encontraron con una señora muy hermosa. Ella les habló dulcemente, lavó sus rostros, los secó y los peinó con su peine de oro. Al despedirse, la señora les pidió que no dijeran a nadie de su presencia en el cerro. Así pasaron los días y los niños acudían al encuentro de la hermosa señora, despidiéndose siempre de la misma manera.Una tarde, de regreso a casa, los padres de los niños preguntaron quién los había lavado y peinado. Al no recibir respuesta, decidieron seguirlos cuando salieran a pastorear. Cuál no sería su sorpresa, al descubrir que la hermosa señora, era nada menos que la "Virgen de la Purísima Concepción". Después de ese asombroso hallazgo, el pueblo llevó en procesión a la Virgen hasta la iglesia de Túcume viejo. 

Al día siguiente fue a verla, pero no la encontraron en la iglesia. Todos fueron al cerro Cueto y la encontraron nuevamente. Así por segunda vez fue llevada a la iglesia de Túcume viejo. La virgen voló al cerro y de esa manera sucedió muchas veces más. Finalmente, entendieron el mensaje de la Virgen y le hicieron una capilla en el cerro. 

La Virgen de la Purísima Concepción patrona de Túcume ya no se encuentra en la capilla del cerro Cueto, si no en la iglesia de Túcume actual. 

Su fiesta patronal es durante el mes de Febrero y como testimonio de esta leyenda, aún quedan en el cerro el peine, el paño y el lavatorio.

martes, 24 de mayo de 2016

EL AGUA BENDITA

Cuentan los pobladores que hace mucho tiempo, un joven fraile que se llamaba “Juan Abad” llegó a Motupe y que a él le gustaba peregrinar.
Entre sus peregrinaciones llegó a un pueblito muy cálido llamado “Chalpón”, en un sitio llamado “El Zapotal” en donde el fraile le gustaba caminar.
A él se le veía subir y subir los montes muy empinados. Al comienzo nadie sabía por que, a veces se le veía por lo alto del monte y desaparecía por muchos días para luego regresar. Para subir a ese monte que era muy alto y pedregoso, usaba un bastoncito que el mismo hizo.
Un día, le dijo a la gente que él hacia ese sacrificio por que Dios le había dada una misión que tenía que cumplir.
Pasó mucho tiempo y el fraile antes de despedirse dijo a algunos de sus amigos que busquen un madero de guayacán con el que había construido una cruz que lo había dejado en lo alto del empinado cerro, también dijo que allí encontrarían algo que iba a ser la prosperidad del pueblo.
Mucho intentos hubieron hasta encontrar la cruz.
Cuentan que el día 5 de agosto de 1868, subieron varios hombres entre ellos un joven llamado José Mercedes Anteparra de 22 años, que trepando con sogas llegó hasta una piedra donde brotaba agua, que era transparente, pura y cristalina; esta agua se podía beber, pero lo sorprendente es que no se sabe de donde podía venir. Al lado encontraron una ollitas y se piensa que era ahí donde cocinaba el fraile.
Lo increíble que pasa es que no se encuentra ningún río por ahí, por que está en lo alto del cerro. La gente dice que allí debe existir un volcán de agua que brota de adentro de la tierra.
Después, encontraron más arriba una gruta, en un monte con pocos árboles y ahí encontraron la Cruz. Desde entonces el pueblo la venera en ese mismo lugar por que el fraile dijo que ahí debe permanecer.
Desde entonces la gente católica del Perú y hasta del extranjero la visitan y cuentan los milagros con los que han sido bendecidos.
Cuentan los pobladores que esa agua bendita nunca se ha secado, a pesar que allí llueve muy poco, ha habido muchos años de sequía y los visitantes que llegan a diario, beben, se refrescan y hasta la llevan en botellas para bendecir a sus familiares o a sus casas.
No encontramos bibliografía escrita referente a esta manantial que se le ha llamado el “Agua Bendita de Motupe”, todas las referencias hablan dela Cruz y la Historia de cómo nace la devoción de los creyentes en la “Santísima Cruz de Motupe” sin embargo esta Agua, ha sido una fuente importante para que tanto los pobladores como los visitantes se abastezcan este líquido elemento, que inclusive sirve para beber.
Para poder llegar hasta el sitio donde se encuentra “El agua bendita de Motupe” desde Chiclayo hay que ir hasta Motupe (capital del distrito), luego se toma otro carro para “El Zapotal” que es un pequeño asentamiento donde viven algunas personas que tiene sus pequeños negocios de venta de recordatorios alusivos a la Cruz de Motupe y algunos restaurantes. De allí hay que subir caminando un cerro empinado donde permanece la “Santísima Cruz de Motupe” el recorrido es de más o menos 02 horas a pie.

EL PUMA CIRCA



La leyenda de puma circa – Motupe

Un día  unos campesinos pasteaban sus ovejas tenían que escalar un cerro en forma de puma a recostados y en rostro del puma se voltio en vista de los pastores las ovejas en vez de ir con sus dueños se iban en dirección al cerro los pobladores le temían donde llamaron una bruja que lo hechizo pera voltearle la cara y nunca asustar a la gente.



SIMÓN MON EL DIABLO

En los tiempos en que los recaudadores perseguían a los contrabandistas de aguardiente, un pobre que vivía en el caserío de Palo Blanco traía el liquido animador de fiestas, negocios y pactos secretos. El "yonque de cordón " como suelen llamar a ese licor cuando es de buena calidad, era destilado en los afamados trapiches de Penachi, lugar conocido por la elaboración del mejor yonque de esa zona andina.
La enorme demanda del buen yonque de Penachi, consumido en todas las fiestas de la franja andina como Colaya, Huaratara, Canchachala, Ullurpampa, Penachi, Kerguer, Chiñiama y hasta la lejana Huallabamba, y todos aquellos poblado donde se celebra una fiesta religiosa, produjo una gran escasez del liquido animador de las mas bullangueras juergas. Por esta razon, el comprador tuvo que ir en busca de tan cotizada mercancia a las alturas de Salas, a la Shita y Pescadera .

Cuando regresaba tarde de la noche, con sus odres llenos de aguardientes perfumando a su paso los caminos solitarios, con ese olorcillo convivador y fiestero , sintio a lo lejos en el silencio de la profunda noche, el tropel de un ágil caballo que se acercaba veloz. El humilde comerciante, temeroso penso que  se trataba del recaudador que andaba haciendo sus pesquisas. De inmediata inquirió que su mercancia seria decomisada por este empleado del gobierno que vigilaba los caminos y trapiches, para que productores y comerciantes pagaran sus impuestos.

De pronto, como salido de la negrura de la noche, frente a el estaba el apuesto y misterioso jinete, vestido de blanco, contrastando con el color de la noche y el brioso corcel que montaba. El animal bien enjatado relincho en el silencio de la prenunbra y luego el extraño personaje desmonto. El comerciante con suma humildad y temblando de miedo se le acerco y dijo: Buenas noches señor. El hombre de blanco sin mostrar el rostro, replico: No me llames señor soy tu amigo; de donde bueno y a estas horas?-Disculpe, por favor comprenda que soy un humilde padre de familia,-  argumentando suplico al vendedor de aguardiente, sin poder controlar su nerviosidad-, pero aquel extraño hombre como salido de las sombras mostrando ambilidad persuasiva, dijo: No temas , si tu quieres yo te ayudo y conmigo tendras mucho dinero. De subito el canto del madrugador gallo anu7ncio el claro amanecer, aproximandose con el lejano fulgor de las estrellas. Un vientecillo frio agito el follaje de los arboles cercanos y un largo relincho desperto a las aves y a los zorros que descansaban enh sus madrigueras .

Puntas, siempre a las doce del dia, y me llama. Ceremonioso, recomendo: Primero lanzaras tres silbidos bien fuertes, luego gritas con todas tus fuerzas ¡Simon Mon! tres veces consecutivas. Dicho esto, por encanto desaparecio y el misterioso canto del gallo se esucho lejanamente.


El comerciante de aquel licor andino que vierte coraje al poblador que esconde sus complejos en el subconsciente, dio un grito aterrador desplomandose frente a la puerta de su casa. La esposa al abrir la puerta presurosa, encontro a su marido brotandole espuma por la boca. Habia visto en los solitarios parajes a Simon Mon, el diablo.
EL VOLCÁN DEL CHALPON


Cuando la cruz de chalpon es bajada del cerro donde fue puesta por el padre juan abad hacia motupe para la celebración de su fiesta  tanto en febrero como en agosto de cada año un fuerte rumor se escucha entre la entrañas mismas del cerro durante la ausencia de la cruz por su permanencia en la ciudad .
El persistente rumor , como si un rio interior corriera las entrañas del cerro se escucha con persistencia mucha mas a la hora que termina la tarde y las sombras invaden los espacios provocando un profundo temor en los vivientes y visitantes que por eso días a pesar que la cruz de chalpon no se encuentra en su habitual morada llegan hasta el mismo santuario a cumplir con su promesa religiosa .
Algunos piensan que es un volcán de agua que corre en la entrañas del cerro y se manifiesta a través de la filtración de la roca formando el manantial de cristalinas aguas en el lugar llamado Guayaquil . Otros lo atribuyen a la cólera del cerro que ruge por que la cruz de chalpon es llevada a la ciudad . Algunos aseguran que la ausencia del sagrado madero despierta la colera del coloso chalpon .
Los tres peroles – motupe

Un día un señor se iban en dirección  a unos 3 pozo su de repente salió un hermoso gallo  el señor lo quiso tajar  y en uno de esos el gallo se fue a un pozo y el señor con desesperación se calló a uno de los pozos y se haogo esto paso porque quería atrapar al gallo.

martes, 17 de mayo de 2016

LEYENDA DEL CERRO CHALPÓN Y EL CERRO RAJADOResultado de imagen para cerro rajado y chalpon
Los cerros Chalpón y Rajado, cercanos al pueblo de Motupe, fueron dos hermanos gemelos que tuvieron idéntica creación y objeto, ya que eran centinelas avanzados del Cielo, guardianes de la Ley Divina y anunciadores del triunfo del bien. Como hombres, nacieron y vivieron, gozaron y sufrieron y morirán también. El Cerro Chalpón, además de la difundida devoción que existe por la cruz que posee, tiene el privilegio de haber sido dedicado a Dios, mientras que su hermano, el Cerro Rajado, se dedicó al servicio del diablo. En la falda del Cerro Chalpón, aquella que mira hacia Motupe, existe un jagüey o manantial, destinado a dar de beber a los ángeles que allí vivían, ellos sembraron en ese mismo sitio, varias cañas de Guayaquil, para que les ofreciera sombra y les refrescara el ambiente. Además, para su hogar y reposo, construyeron la gruta y el jardín, o sea la propia cueva, la cama de piedra para su descanso y colocaron, como símbolo de su dedicación y de su triunfo, una cruz; privilegios que no gozaba el Cerro Rajado, el cual por haberse entregado al diablo, es oscuro, tétrico y negro; quien además no tiene ninguno de estos distintivos, excepto la cruz. En cuanto al Cerro Rajado, lleva este nombre por ostentar una raya muy ancha, que fue producida por un sablazo que pretendió darle el arcángel Gabriel al diablo en la lucha eterna que sostenían, pero el diablo al esquivar el golpe, el sablazo cayó sobre el cerro, produciéndole esa raya que le sirve de distintivo. Con el fin de que todo aquel que viviera o visitara este cerro, sufriera su maligna influencia, los mismos ángeles encantaron el pozo, que se formó por aquel sablazo y del cual brota un agua sucia y pestilente y cuyo encantamiento consiste en que lo que cae en ese pozo no podrá ser hallado jamás. Como el Cerro Chalpón se había dedicado a Dios, la cruz que se colocó en el fue objeto de adoración, devoción y fe; en prueba del triunfo de la verdad cristiana, con el agregado de que cuando fuera encontrada por los hombres se convertiría en milagrosa intercesora entre ellos y el Cielo. En cambio, la cruz colocada en el Cerro Rajado, serviría para representar la influencia del mal y estaba decretado que cuando ella fuera encontrada por los hombres, en previsión del peligro que encerraba, se convertiría en tierra. De aquí explicado porque cuando esta cruz fue hallada, por aquellos mismos que descubrieron la del Cerro Chalpón, se convirtió en polvo en sus manos, pues era la cruz del diablo, mientras que la del Cerro Chalpón, aún hoy mismo, es objeto de veneración, porque es la cruz de Dios.
 

                             EL TESORO DEL BRUJO

 Para quienes han vivido en ese pueblo cordillerano, situado sobre un extenso territorio desértico que en planicies sucesivas rodeadas de pedregosos cerros descienden hacia el mar, sustraerse a la tentación de buscar tesoros ocultos es casi imposible.
   Estimuló la afición numerosas leyendas viejas y nuevas que suelen recordar acontecimientos fabulosos.  Así, se menciona a los incas y las giras que en otras épocas hacían para recaudar tributos, seguidos por cientos de esclavos que cargaban vasijas repletas de oro y plata.  Para muchos no cabe ninguna duda de que, por el volumen recolectado y las dificultades de transporte, hubo la exigencia de enterrar más de una vez esos tesoros que, por cierto, quedaron allí al alcance de quien los encontrara.
   Ciertos estudiosos hacen notar que esta región fue escenario de violentas batallas entre los dos países que la limitan.  Por lo tanto, no es raro suponer que los ricos de la región ocultaran joyas y oro en barras para evitar su decomiso, que, desde luego, nunca recuperaron.
   Se habla, también, de un sable sorprendente cuya empuñadura contenía inscrustaciones de valiosísimas gemas y que un general perdió sin remedio.
   Viviendo allí, tampoco yo me libré de la ambiciosa curiosidad.  A pocos meses de haber llegado, ya me había puesto de acuerdo con dos amigos para ir en busca de un tesoro.  Con objeto de evitar malas informaciones, decidimos visitar a un brujo ya célebre por sus dotes de descubridor de tesoros.
   Este brujo vivía junto al lecho de un río.  Era un viejo no muy alto, de larga barba, con la piel muy arrugada.  A pesar de sus años, numerosos seguramente pero indefinibles, se le veía vigoroso y enérgico.
   Cuando llegamos a su choza nos recibió cordialmente.
   -Pasen, pasen   -dijo-. Siéntense donde puedan.
   Hizo una mueca que, acaso, quiso ser una sonrisa y luego agregó:
   -¿Quieren correr la calabaza, verdad?
    Ese era el método que lo había lanzado a la fama.  En una calabaza que llenaba de yerbas misteriosas enterraba una vela que exorcizaba con palabras del más allá.  Se suponía que la vela se convertía en una especie de brújula para encontrar tesoros.  En la noche, uno cargaba la calabaza con la vela encendida y ésta llevaba a su propietario hasta el tesoro más esquivo.
    Por eso la pregunta no nos sorprendió.
    Pero antes, debimos someternos a la  “prueba de la mesa de tres patas”, en cuya cubierta se ponían las manos.
   Cuando fue mi turno la mesa pareció cobrar vida y empezó a balancearse con cierto extraño compás.
   La cara del brujo se iluminó.
   -Este es el hombre  -dictaminó-.  El tiene que encabezar el grupo y ser primero en excavar.  Ante cualquier situación que se produzca, ruidos o preguntas, únicamente él puede tomar la iniciativa o contestar.  Los diablillos son muy desconfiados y quisquillosos.  No les gusta oír groserías y rechazan a los seres mal hablados o descreídos.  Recuerden que si se les insulta son muy vengativos.  Se sabe de numerosos casos de buscadores de tesoros que han sufrido parálisis y hasta infartos en el mismo lugar.  Si algo no les gusta a los diablillos, directamente mueven el entierro a otro sitio.  Es preferible no hablar...
   A continuación, el brujo nos explicó lo relativo a la calabaza y nos señaló la lista de cosas que debíamos llevar para el día oportuno: comestibles, palas, picotas, lámparas, buenas botas para correr, dos garrafas de vino tinto, tres gallinas negras vivas, diversas yerbas y otros elementos.
   En los días siguientes nos dedicamos a reunirlas, agregando sendas cantimploras de aguardiente para nuestro consumo.
   Bien pertrechados partimos una noche al encuentro del brujo.  Había que caminar alrededor de cuatro kilómetros por un terreno accidentado que terminaba en tres caminos interiores.
   Ya a la distancia divisamos al brujo.  Estaba encuclillado frente a una fogata.  Sobre ella, colgando de unos fierros cruzados, había una enorme olla llena de agua.
   No bien nos oyó llegar, el brujo se levantó y pidió las gallinas.
   Nos observó de soslayo.
   -Han tardado mucho  -dijo-.  Ya la medianoche está encima.
   En seguida, cargando las gallinas se dirigió al punto de convergencia de los caminos.  En este lugar sacó un cuchillo curvo y en el aire cortó el pescuezo de una de las aves.
.  Con la sangre fue dibujando un círculo bastante amplio que completó con el degüello de las otras gallinas.  Después, clavando una varilla en el suelo, se irguió y miró hacia las tinieblas., iniciando una suerte de plegaria violenta.
   Volvió luego y recogió la calabaza.  En ella  reunió las yerbas y operó durante un tiempo haciendo extrañas manipulaciones y aumentando la cadencia de su ininteligible letanía.  Puso después la vela dentro de la calabaza, la rodeó de yerbas y de algo más  que extrajo de entre sus harapos, y la encendió.
   Con la calabaza y vela, el brujo se dirigió a un punto oscuro del sector.  Lo vimos alejarse y no dejamos de observar la llama y parte de la cabellera blanca del brujo.  Todavía la letanía era audible.  Un momento más tarde, sólo quedó visible la llama como suspendida a media altura.
   De improviso sentimos la voz del brujo a nuestras espaldas.  Nos volvimos asombrados.
   -Ya  -nos urgió-, pronto... la calabaza está por irse.
   -Tomamos palas y picotas y nos dirigimos hacia la luz.
   Estábamos a algunos metros de distancia cuando la pequeña llama comenzó a desplazarse para adelante.  La seguimos.  Así anduvimos un buen trecho.  Ahora, ya no era fácil caminar por las depresiones del terreno que con la oscuridad no veíamos.
   De un instante a otro, la luz apresuró su marcha.  Tuvimos que correr.  A intervalos, pronto volvía a brillar, a veces más alto a veces más bajo. obligándonos  a seguirla de cerca.
Por cierto, en la persecución sufrimos incontables caídas y tropezones entre las piedras.
   Nos dimos cuenta que en ocasiones, cuando nos detuvimos para tomar aliento, la luz también lo hacía, como esperándonos.  Luego volvía a moverse más y más rápido conduciéndonos en locas carreras y saltos por los montículos de piedras y los agujeros del terreno.  Resoplábamos de agotamiento.
   A una hora del inicio de la travesía, vimos que nos estábamos acercando al pueblo cuya iluminación se suspendía a medianoche.  Como burlándose de nosotros, la luz dio un gran rodeo antes de entrar en él.
   Ya nuestro agotamiento llegaba al extremo.  En un último esfuerzo tratamos de alcanzar la luz, pero esta se perdió en una de las callejuelas.
   La reencontramos junto a un buzón.  Parecía tranquila, acechante.  No bien nos acercamos, comenzó a correr de nuevo.
   Finalmente al  término de una calle descendió suavemente.  Apoyados en los muros, acezando, la observamos.  Dio la impresión de extinguirse.  Más, de improviso, se iluminó brillantemente y se introdujo a un edificio en construcción.  La seguimos.  Estaba con calabaza y todo sobre un monolito de piedras y tierra.  En ese punto, se apagó lentamente con algunos chisporroteos y murió del todo.
   Afiebradamente saltamos al interior del edificio, encendimos nuestras lámparas y apartamos la calabaza.  A continuación, di el primer golpe de picota en el sitio preciso donde ésta había estado y otros a cada lado, en cruz.  De este modo comenzó la excavación.
   Entonces, nada ni nadie podría detener nuestra labor.  Estábamos convencidos de que el tesoro ya era nuestro.
   La tierra estaba dura y abundaban las piedras.  El trabajo era agotador.  Las picotas sacaban chispas al golpear en las piedras.  Cuando sucedía suspendíamos la labor y nos mirábamos.
   La excavación proseguía.  Sentí que sudaba copiosamente. Tres horas más tarde habíamos conseguido hacer agujeros de poco más de un metro.  No obstante, no encontrábamos nada, ni siquiera diablillos.
   Un sopor comenzó a invadirme.  De pronto, al inclinarme para separar unos pedruzcos caí de bruces y me dormí profundamente.
   Cuando desperté, las primeras horas del día se anunciaban.  A mi lado dormían los otros buscadores de tesoros, con los cuerpos semicolgados en el agujero.
   Miramos en derredor.
   Alguien, aprovechándose de nuestra fatiga, nos había robado las herramientas y las lámparas.
   Nos pusimos a maldecir al unísono.
   De nuestra aventura, como mudo castigo, sólo quedaba la calabaza con el cebo y la vela.
   Como piltrafas, salimos al exterior.
   La luz del sol naciente nos dio el último golpe.
   Junto al edificio en que habíamos pasado esa pesadilla, había un gran letrero:  “Banco de Vasconia, un tesoro para el inversionista, en construcción”.